En publicidad… ¿todo vale?
Muchas marcas creen que sí. Pero como esto es un artículo de opinión, mi opinión personal es que no.
Es cierto que el éxito de una campaña radica en la capacidad de generar impacto, en el recuerdo perdurable en la mente del consumidor, en la persuasión y en la movilización (no olvidemos que con la publicidad lo que se busca es el consumo de un determinado producto).
A veces ocurre que nos acordamos de la música del anuncio, del actor que sale o del slogan, pero no de la marca que hay detrás de todo eso. Cuando esto ocurre, todos los esfuerzos que hayamos realizado para el posicionamiento del producto, han sido en balde.
Sin embargo, otras campañas publicitarias dan mucho que hablar y queda en el subconsciente el nombre del producto. O, aunque no den mucho que hablar, han conseguido el recuerdo (algo muy preciado en publicidad). Algunos ejemplos que la mayoría recordaremos: “Just do it”, “Siempre Coca-Cola”, “Busco a Jacks”, las campañas de Oliviero Toscani para Benetton, las campañas de Dolce & Gabbana, etc. Estas campañas se dividen en las que utilizan los valores positivos y las que sucumben a la polémica. Si optan por la segunda opción, buscan la viralidad a cualquier precio. Quieren generar debate, controversia y aparecer en los titulares de los medios. El impacto que consiguen es enorme a un precio proporcionalmente menor.
Para conseguir estos objetivos, ¿todo vale? ¿Vale simular una violación de una mujer en un autobús? ¿Esnifar un vestido como si fuese cocaína? ¿Un abuso hacia la mujer?
Oscar Wilde dijo “que hablen mal de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”. Esta frase, desde mi punto de vista, actualmente no vale ya que la marca debe asociarse a unos valores positivos.
Estamos en una era donde podemos permitirnos ser más éticos en temas publicitarios. Las redes sociales nos permiten comunicarnos directamente con nuestro público objetivo y recibir el feedback prácticamente al instante. Podemos llegar de manera mucho más directa al consumidor, sin necesidad de rozar la ilegalidad. Es bueno querer dar una vuelta de tuerca a las campañas, hacer algo creativo, diferente. Es bueno querer que nos recuerden. Pero no a cualquier precio.