La verdad es que creo que he llegado a este mundo de rebote. Al mundo de la publicidad, quiero decir. Al del resto de los mortales, llegué porque mi hermana tiene la cabeza como un piñón de dura. El caso es que aquí estoy, presentándome a la vez que recuerdo mis orígenes.
Desde que era pequeña he tenido aficiones más o menos artísticas, pintaba óleos y fui al conservatorio a aprender piano. Luego me llego la ‘etapa negra’, como la bautizó mi madre, en la que me dio por tocar la guitarra eléctrica y dibujar Marvel. Después de la heavy music que aún adoro, llegó mi querida Nikon D60 y, desde entonces, no he parado de disparar, de hacer millones de fotos a todo. Entre tanta música, fotografía y dibujos, siempre ha habido tiempo para animales de todos los tipos y colores, mi verdadera debilidad.
Poco tiempo después, llegó el momento de echar las preinscripciones para la Universidad, me gustaba la veterinaria y el periodismo, el deportivo, porque además de todo, soy una loca del fútbol. Así que mis dispares preinscripciones fueron en biología, historia, derecho, química, etc. Y de casualidad en Publicidad y Relaciones Públicas, allí en todo lo alto del país. De repente, en mi familia nos dimos cuenta de que era ahí donde debía estar.
Así que dos días después, hice las maletas y me fui Despeñaperros p’arriba a aprender toda la teoría de la publicidad en Segovia. Y ya estoy de vuelta en el mediterráneo, emocionada por conocer lo real de este mundo de mano de AN Publicidad. A quienes agradezco la confianza que han tenido en mi y en otros jóvenes en estos tiempos.
Angie Gago.