Ay, el cliente… Esa persona que nos da tantas alegrías y tantos quebraderos de cabeza. El cliente se ha convertido en una fuente inagotable de momentos memorables dentro de las agencias de publicidad. Cada día que pasa, nos regalan grandes frases y grandes peticiones: el logo más grande, menos espacio en blanco, “más diseño”, etc.
Pero tenemos que darles las gracias porque son los que nos proponen retos que parecen imposibles, son los que hacen que nos superemos, que vayamos más allá, que hayamos aprendido a trabajar con timmings de vértigo. Son los que han conseguido que hagamos una piña todos los publicistas, diseñadores, programadores y que nos apoyemos unos a otros. ¡Gracias, cliente!
Por eso, queremos haceros un regalo en forma de lección. Entiéndase por “lección” un conocimiento que aún no ha sido aprendido y que, seguro, aportará cosas buenas en un futuro (desde la más absoluta humildad y buen rollo). Hoy os queremos explicar qué hay detrás de todos los trabajos que nos pedís. Hay algo muy básico y a la vez muy valioso: tiempo. Detrás de cada logotipo, de cada web, de cada tarjeta corporativa, de cada valla… hay tiempo. Tiempo para pensar cómo plasmar los valores de vuestra empresa; cómo transmitir aquello que tenéis en vuestra mente y que, a veces, no sabéis muy bien cómo explicarlo; cómo vender de una manera óptima vuestro producto; cómo envolver todo esto con un diseño moderno, elegante, diferente, llamativo.
Y, como clientes que sois y empresarios a la vez, sabéis a la perfección que el tiempo se ha de pagar y se ha de valorar. El Photoshop que utilizamos, por desgracia, no tiene estos comandos que nos harían la vida mucho más fácil.
No hay un botón que nos haga un logotipo exprés. Ni un comando para hacer un flyer 10×10 de manera automática. Lo tenemos que hacer de forma manual, estudiando cada caso (cada cliente es un mundo… ¡y nos encanta hacer turismo!) y dando una solución completamente personalizada. Y volvemos a lo mismo que hemos dicho anteriormente: para esto se necesita tiempo. Tiempo y experiencia.
Hace no mucho, me dijeron una frase que me encantó: “No pagas 300€ al mecánico por apretar un tornillo. Le pagas 300€ por saber qué tornillo debe apretar”. Valorar el trabajo de los demás es algo positivo para todos.
Por suerte, nuestros clientes saben valorarnos y son geniales 😉 Pero para aquellos que no son tan estupendos como los nuestros, os dejamos este vídeo para que os echéis unas risas y comprendáis bien lo que os estamos contando.